Algo en que pensar mientras lavamos los platos: “De los festejos sopresa en cumpleaños, de la alegria al riesgo mortal”

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Por Rodrigo Ovejero

Vigesima Septima Entrega

Una aproximación a la organización y ejecución de un cumpleaños sorpresa, un tema que nos preocupa a todos. Pensé en escribir acerca de esto hace unos meses, porque justamente me habían invitado a uno (era sorpresa para el cumpleañero, los invitados fuimos debidamente notificados, como suele ser conveniente), pero debí posponerlo justamente para no poner en aviso al agasajado. Y luego simplemente me olvidé.

            La primera dificultad con la que nos enfrentamos para una organización exitosa de uno de estos eventos es que la gente suele cumplir años una vez por año, y, para colmo, siempre el mismo día. Por lo tanto, están proclives a captar cualquier tipo de señal cumpleañera en esa época, no es tan sencillo engañarles para ir a tal o cual lugar a una hora determinada sin que se representen la posibilidad de un festejo. Una posible solución es no hacer la fiesta el mismo día del cumpleaños, por ejemplo, si usted tiene un amigo que nació un 26 de febrero, y le prepara una fiesta para el 13 de septiembre, las chances de sorprenderlo aumentan.

            Otro asunto que suele presentar problemas es la coordinación de la sorpresa, asegurarnos de que todos ejecuten su saludo al mismo tiempo y de la misma manera, de acuerdo a la fórmula acordada. Hay saludadores precoces que echan a perder el momento, y otros que se demoran o no dicen la frase convenida. Todos ellos deben ser debidamente amonestados y, en caso de persistir en el error, excluidos de futuras invitaciones, sin importar sus vínculos con el cumpleañero.

            La frecuencia es otro factor que puede generar inconvenientes. Tengo una amiga cuya familia le realiza un cumpleaños sorpresa todos los años, sin excepción. Está claro que a estas alturas no la toman desprevenida, deberían espaciar la próxima fiesta de estas características una o dos décadas. Por el contrario, a un vecino le celebraron su primer cumpleaños sorpresa a la edad de cincuenta años, en lo que fue su debut y despedida en esta clase de eventos. El cardiólogo le había prevenido acerca de las emociones fuertes o repentinas y él había preferido no contarle a su familia para no preocuparlos de manera innecesaria. Los sándwiches fueron aprovechados en el velorio posterior. Esta es una historia absolutamente cierta, yo jamás bromearía con algo así.

            En mi opinión, debemos buscar alternativas al cumpleaños sorpresa, para mantenerlo fresco y original. Una posibilidad son los invitados sorpresa, agregar unos cuantos invitados de manera totalmente aleatoria, desconocidos que aporten un ingrediente desconocido y misterioso a la celebración. Una alternativa todavía más radical es directamente organizar cumpleaños sorpresa para personas que no conocemos, ni siquiera es necesario saber su fecha de nacimiento, podemos hacerlo en cualquier día. Elegimos una persona al azar y un buen día aparecemos en su casa con una fiesta de cumpleaños. Globos, torta, velas, toda la parafernalia puesta al servicio de una verdadera sorpresa.

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