No aceptamos el retroceso histórico, que nos pone al borde de la división nacional
Por si faltaran razones para reclamar y exigir al actual gobierno nacional del presidente Javier Milei, al brutal ajuste, a la caída de los salarios junto al aumento de los precios, a los despidos indiscriminados de trabajadores y los cierres de empresas públicas, en estos días se sumó el impensado acto de marcada discriminación en el ámbito universitario, con la exclusiva restitución y aumento de fondos para la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), ignorando al resto de las casas públicas de altos estudios del país.
En la Argentina existen 112 universidades, de las cuales 57 son de gestion estatal y el resto son de gestión privada. Tambien hay 20 institutos universitarios de gestión pública y privadas ubicados en las 24 jurisdicciones del país, pero, sin embargo, el gobierno de Milei decidió devolver los fondos de funcionamiento, únicamente, a la UBA.
El acuerdo entre la administración de Milei y la universidad porteña, contempla un incremento del 270 por ciento para la actividad cotidiana de los claustros educativos, que se eleva a un 300 por ciento para sostener a los hospitales de su directa dependencia.
No obstante, el “arreglo porteño” no incluyó la necesidad de aportes para el aumento de los salarios a los trabajadores de la propia UBA, ya sean docentes o Nodocentes, que, desde el Frente Sindical de las Universidades, siguen reclamando un aumento del 70 por ciento, teniendo en cuenta, apenas, la inflación acumulada con el 16 por ciento en febrero, 12 por ciento en marzo y 8 en abril, sin contar los gravosos aumentos de diciembre y enero.
De allí que la misma UBA, beneficiaria de este particular acuerdo, de espaldas al resto de la Argentina, se mantiene en “estado de alerta y profunda preocupación”, por la actualización de su presupuesto, que tampoco alcanza a las áreas de Ciencia y Tecnología, Extensión Universitaria y a los programas de infraestructura universitaria”. Es decir, las obras que están paradas, algunas de las cuales ya estaban en curso.
¿Qué queda entonces para la Universidad Nacional de Catamarca (UNCa)?, sometida ahora a la perversa restauración de la dicotomía histórica entre “unitarios y federales”, una puja de los primeros 50 años de la organización nacional entre las provincias del interior y el centralismo porteño. Y que hoy se siente injustamente excluida, como tantas universidades del interior país, después de haber nacido a la vida pública como “faro del saber”, no solo para los catamarqueños, sino para tantísimos argentinos, especialmente del sur del país, formados y educados por docentes surgidos del antiguo Instituto Nacional del Profesorado.
Ni Mieli, ni ningún autodenominado “libertario” nos van hacer pelear con los “porteños”, y menos con los universitarios de Buenos Aires, docentes y colegas Nodocentes, que siguen como nosotros la lucha, que recibimos como mandato del Preámbulo de nuestra Constitución Nacional, para “constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior…”
Gladys Moro
Sec. General