Milei plantea el alivio fiscal y flexibilización del costo laboral como pasos previos a la apertura comercial y aumento de importaciones. Sin embargo, la industria alertan principalmente por los costos desiguales en insumos clave, como los bienes difundidos, pero también el transporte y la energía.
El presidente electo Javier Milei ya anunció que propondrá al Congreso de la Nación el tratamiento legislativo de una serie de modificaciones vinculadas a la primera reforma económica de su Gobierno. En ese contexto, desregulación y alivio fiscal aparecen como conceptos transversales al porvenir industrial. Sin embargo, referentes del sector advierten que la baja impositiva no alcanza para lograr competitividad en tanto los insumos difundidos se sigan pagando en Argentina “el doble o el triple” que en el exterior.
Reducción de impuestos, nuevas leyes de contrato y riesgos de trabajo, seguro de desempleo estilo UOCRA y reducción de la litigiosidad son para Milei los puntos centrales de una reforma laboral. La aspiración del mandatario electo es lograr mayor competitividad para una futura apertura comercial. Sin embargo, industriales pymes en diálogo con Ámbito alertan por otros factores que Milei no ha considerado, como el valor de los bienes intermedios, claves para la producción, o el costo de la distribución de la energía.
“Queremos pedirle una reunión urgente a Milei para hablar de estos temas”, insiste Daniel Rosato, titular de Industriales Pymes Argentinos (IPA). “Nuestra agenda plantea la competitividad y el libre comercio, pero pagamos insumos difundidos el doble o el triple de lo que se paga en el exterior. La chapa de acero china cuesta u$s700, en Argentina más de u$s2000”, explica el empresario. De no mantener los mismos precios a escala internacional, Rosato pone en duda la continuidad de la mano de obra pyme, un 75% del total. “Si bajan los precios difundidos podemos competir. La baja de impuestos no alcanza”, asegura Rosato.
Julián Moreno, titular de Apyme, focaliza sobre esta idea y denuncia competencia desleal al exportar a valores inferiores de los que venden en el mercado interno. “Es prueba de posición dominante, pero sin Secretaría de Comercio no habrá donde reclamar”, explica. En este sentido, los empresarios marcan con preocupación los precios concentrados en grandes empresas proveedoras de insumos difundidos.
Por su parte, Luciano Galfione, titular de la Fundación ProTejer, entiende a la falta de competitividad en Argentina como un problema sistémico. “Todo lo que se produce en forma competitiva en cualquier establecimiento productivo llega al consumidor a precios no competitivos, pero cada vez que se abrieron las importaciones en la Argentina no solo los productos no fueron más baratos, sino que se destrozó el entramado productivo”, resalta Galfione. En ese sentido, el titular del organismo pide por la competitividad de cuatro factores: la energía, la mano de obra, la carga fiscal y la red de transporte. Sobre este punto, resaltó la necesidad de “extender toda la red de ferrocarriles y volver a poner en valor todo eso que quedó obsoleto; traería mucha competitividad”. Hasta el momento, Milei planteó la extensión del transporte a través de la privatización.
“Si quiero ser competitivo con el mundo tengo que tener los costos del mundo. En Argentina las distancias que tenemos de transportes son enormes, sector monopolizado por una sola red de distribución eléctrica como Edesur o Edenor, o en el interior las cooperativas”, ejemplifica el titular de Protejer y agrega: “No siempre la intervención del Estado está mal, si no podés quitar competitividad por factores que la empresa no puede manejar.”
Respecto de la carga fiscal, alega que cada vez que la industria en general agrega valor al producto, mayor es la carga impositiva. “Una remera que nace con el hilo hecho en Catamarca, termina en un taller de confección en Buenos Aires y por el medio pasó por Corrientes, por La Rioja y Santa Fe, cada vez que cruzó una frontera de una provincia pagó Ingresos Brutos. A eso le agregamos, Ganancias, IVA y percepciones. El problema no es la producción de un producto, es su comercialización”, analiza en diálogo con Ámbito. Bajo esa premisa, las altas tasas de interés de los bancos, las comisiones que cobran las tarjetas de crédito y el nivel de los alquileres tampoco contribuyen al desarrollo de la industria nacional.
Sobre esto último, un empresario en off presenta fuertes quejas por el difícil acceso al crédito para privados, que en Argentina es del 7% sobre el PBI. Lo mismo sucede con la energía, que por problemas de abastecimiento “afectan con cortes o variación de tensión a las fábricas constantemente”, al tiempo que, en el caso del norte del país, “se sufren grandes asimetrías con respecto al precio”. Como conclusión, Rosato asegura que la política de libre comercio sin considerar las problemáticas del mercado interno podrá tener las mismas consecuencias que en los 90’: “25% de desempleo, migrar para buscar trabajo, y la época del trueque”.
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