Si los alineamientos en Juntos por el Cambio estaban claros, ahora se dieron un baño de lavandina y quedaron aún más transparentes. Horacio Rodríguez Larreta decidió alejarse de un Mauricio Macri que jugó, todo este tiempo, en contra de su candidatura y lanzó una treta que buscó ubicarlo lejos del calificativo de “títere” y del concepto de “tibieza”. Pero las grandes figuras del PRO a nivel nacional se manifestaron en su contra, el bullrichismo celebró y el radicalismo institucional afianzó vínculos con el jefe de Gobierno. Los bandos quedaron separados, la grieta adentro de la grieta. Si no hay prenda de negociación, ¿se rompe?
Después de que el jefe de la CABA hiciera el anuncio en redes sociales, grabado, hubo una reunión. Se encontró mano a mano con Jorge Macri, el principal damnificado. Con la aplicación de elecciones concurrentes, el primo no podrá colgarse de ninguna boleta presidencial y, por el contrario, Martín Lousteau podrá despegarse de los candidatos (en caso de haberlos) del radicalismo. Poco taquilleros. Una situación de paridad en la que Evolución no encontró quejas, ni siquiera en torno al sistema de votación electrónica.
Jorge y Horacio se encontraron en el Teatro Colón. La reunión no fue pactada de apuro post video sino que hubo un intercambio de mensajes el domingo. En esa charla, el jefe de Gobierno le anticipó la decisión y quedaron en verse después de publicada la comunicación. Se vieron durante una hora y sólo trascendió que fue “buena” y se rechazó el rumor sobre una posible renuncia del ministro.
La gran pregunta, a partir de este movimiento, es qué pasará con el macrismo. Sin haber ingresado formalmente en la etapa de campaña, la interna se mostró feroz desde un comienzo y ahora directamente será un campo de batalla. Como si fueran realidades paralelas, cada uno vio una ganancia para sí mismo. Para la orilla más combativa, las expresiones de Mauricio Macri, Patricia Bullrich y la amiga de Larreta, María Eugenia Vidal, fueron un mimo para mostrar que la pata más taquillera del macrismo está en contra de la decisión del capitalino.
El tuit de la ex gobernadora pareció estar mal redactado, según confió una fuente amarilla, y generó un problema involuntario. Supuestamente, no se pensó como un ataque a Larreta sino como un posicionamiento en contra de las discusiones alejadas de los intereses de la sociedad. Un discurso que ella abrazó con fuerza durante toda su construcción de ave Fénix. Pero se interpretó, como no podía ser de otra manera, como un flechazo a su amigo. De hecho, Mauricio lo levantó y le dio mayor volumen.
Desde la otra playa, la que se orientará a buscar los los votos del centro, recaudaron el visto favorable de la estructura radical con peso a la hora de levantar las manos en la mesa que toma las decisiones importantes. Se afianzó una relación que se tejió durante varios meses y que necesitó del gesto de las elecciones concurrentes en CABA para formalizarse. Obviamente, también logró el acompañamiento de sectores amarillos afines al capitalino, que apostaron por su construcción. Otros se llamaron al silencio y los enojados con el “pelado” fueron catalogados como “ruidosos” pero no numerosos.
El movimiento de Larreta fue necesario para Larreta. Buscó despegarse de Macri, ganar autonomía, tener autoridad, decisión propia y abandonar la etiqueta del monigote. ¿Le saldrá bien? ¿Le saldrá mal? El tiempo lo dirá. Pero durante un año estuvo sometido a las inclemencias de un sector de su propio partido que lo tironeó para un lado y para el otro. La consecuencia fue la búsqueda de una construcción más amplia, con aliados nuevos que puedan sumarle. Porque, hacia adentro, las grandes figuras parecieron barajarle siempre las cartas malas.
La encontró con apoyos de la Coalición Cívica, Confianza Pública (de Graciela Ocaña), incluso un sector del liberalismo y, sobre todo, de una parte clave de la UCR. Un radicalismo partido en dos, con figuras fuertes de ambos lados, cada una con su propio peso. Sin embargo, la conducción institucional se ubicó al lado del jefe de Gobierno. Tampoco es menos cierto que la jefatura del partido centenario empezó a ser cuestionada desde adentro por el famoso Grupo Malbec, subestimado por algunos y sobreestimado por otros.
Ahora, Larreta no sólo deberá quedarse con el movimiento sorpresa. También deberá mostrar acuerdos y no recostarse en la ruptura. Porque se dio algo particular, desde dentro del PRO empezó a construir fuera del PRO. Su decisión porteña fue prevista por algunos dirigentes de Cambiemos que nunca dudaron sobre el camino que iba a tomar Horacio. Pero en el macrismo se creyó que podrían torcerle el brazo. Se tiró toda la carne al asador y no funcionó.
El jefe de Gobierno probablemente apuntará a consolidar los vínculos que trabajó durante todos estos años e intensificó a partir del 2022, incluido el peronismo no kirchnerista. Y lanzó una señal que podría ser de acuerdo o que, por el contrario, podría tensionar aún más. El PRO se transformó en una contractura gigante y no pareciera haber sesión de masajes que pueda aliviarla. ¿Presionar más o intentar aflojar?
Larreta mostró dos candidatos competitivos en dos distritos clave. Ahí podría haber un nuevo foco de conflicto o de negociación. Uno de ellos es Diego Santilli en Buenos Aires, con muy buenos números. También, algunas encuestas que traspasan votos presidenciales lo ubican competitivo a Cristian Ritondo en caso de ir junto a Patricia Bullrich. De momento, “el colo” se mostró como el mejor posicionado. El otro es Fernán Quirós, con fuerte apoyo de la Coalición Cívica y parejo en las encuestas con Jorge Macri y Martín Lousteau en CABA. Siempre según el estudio que se mire, a veces más cerca y a veces más lejos. Pero cualquiera podría ser.
La coincidencia entre los dos PRO es que ambos apuestan por un sólo nombre amarillo. ¿Cuál? No se sabe. ¿Qué pasaría si Horacio mantuviera al ministro de Salud hasta el final? ¿Buscaría empujar a Mauricio a la aceptación o a la ruptura? ¿Qué haría Macri? El jefe de Gobierno pareció tirar una línea de negociación sobre este punto. Un candidato único en la CABA ¿en favor del ex presidente o en contra? Aún en veremos. Si fuera Jorge, podría haber paz. ¿Eso podría impactar en el escenario bonaerense? Difícil, dada la interna presidencial establecida pero no imposible en caso de que las cartas marquen un pacto en las altas esferas.
El hombre de la FIFA optó por no mostrar preferencias públicas, pero nadie sospecha de su inclinación por la titular del PRO. Por eso Larreta también decidió correrse. Si no iba a encontrar apoyo ahí, si ya no había más cartas políticas para jugar en su contra, ¿por qué quedarse en el lugar de blanco de dardos? Ahora lo tendrá que sostener, no sólo al quiebre sino a los acuerdos políticos por fuera. Estar adentro pero construir con otros agentes.
Lo cierto es que, según algunas encuestas circulantes y otras pedidas por los halcones, Bullrich creció mucho durante el último tiempo y Larreta empezó a perder terreno. También, pese a seguir arriba, la jefa del PRO llegó a una meseta y el jefe de Gobierno empezó a recuperar. Como todo estudio, los números tuvieron sus cuestionamientos, sobre todo en lo metodológico, pero podría explicar la necesidad de ampliar el techo por fuera del universo amarillo más atraído por las opciones duras.
Ahora bien, ¿la jugada capitalina implicará la ruptura del macrismo y, por consiguiente, de Juntos por el Cambio? Por ahora, no. Ninguna fuente se mostró propensa a querer quebrar la alianza. El bullrichismo aseguró que no lo va a hacer, incluso después del acto de rebeldía de Larreta. Para el sector que ella representa, el más propenso a generar quiebres fue, durante estos meses, el jefe de Gobierno y no la presidenta del PRO. En el listado de recriminaciones aparecieron los casos de Tierra del Fuego, Salta y Mendoza.https://d-632344545963280021.ampproject.net/2303151621000/frame.html
En las dos primeras, el larretismo se opuso a una coalición que el bullrichismo terminó de consolidar mediante cambios en las intervenciones de los partidos amarillos provinciales. En la provincia cuyana, en tanto, se colgaron la medalla de haber desarmado la construcción de una de las figuras clave de Horacio, Omar de Marchi, dejando sin opciones al capitalino.
Con estos antecedentes y la espalda que se armó Bullrich con pocos recursos, los halcones sobrevolaron el área del larretismo con algo de hambre. Si Mauricio optara por apoyar a Bullrich en forma directa, si Jorge Macri jugara para ella producto de la decisión de Larreta (esto no fue definido aún), y si la ex ministra mantuviera e incrementara su estructura por fuera de las fronteras amarillas, el panorama los pondría felices.
Ya se mostraron bastante felices. El radicalismo que se puso detrás de Larreta no es todo el radicalismo, pero es importante. El bullrichismo cuenta entre sus boina blanca a gobernadores, futuros gobernadores, autoridades legislativas y nombres históricos. La otra orilla de la UCR no los considera de peso como para inclinar la balanza. Pero esa estructura no caminaba, hace tres meses, en el campo de Bullrich. Y el enojo público del PRO con Larreta tampoco se había plasmado hasta recién.
ElDestapeweb