La bancada del partido Somos Perú presentó un proyecto de reforma en el Congreso de la República que propone eliminar los movimientos regionales para robustecer la “formación y manifestación de la voluntad popular”.
El proyecto, impulsado por el congresista Héctor Valer, y presentado la semana pasada, arguye que “los movimientos regionales no han creado mayor representatividad” sino que, por el contrario, han arrojado efectos adversos para el sistema político a través de prácticas antidemocráticas.
Su objetivo es que el artículo 35 de la Constitución Política del Perú estipule que “los ciudadanos pueden ejercer sus derechos individualmente o a través de partidos políticos o alianzas, conforme a ley”.
La proposición todavía no se ha debatido, pero ya genera reticencias. “Prohibir los movimientos regionales no suma nada y no fortalece el sistema de partidos, porque no se atacan los problemas de fondo que carcomen el sistema de partidos”, afirma Alonso Cárdenas, de la London School of Economics.
Estructura partidaria debilitada
En diálogo con RT, el politólogo mencionó una serie de cambios que sí considera necesarios, como el voto preferencial o la fiscalización correcta de los recursos. “No se ha profesionalizado el aparato de los partidos políticos, no hay un respeto por los electores“, sostiene.
Para el especialista, se requiere la refundación del sistema de partidos y seguir las recomendaciones de la Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política de 2019, que estuvo encabezada por el exjefe nacional de la Oficina de Procesos Electorales (ONPE), Fernando Tuesta.
En su informe final, la Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política abogaba por cuatro grandes medidas, que incluían la configuración de “organizaciones políticas regionales más fuertes y representativas” a través de primarias, entre otras sugerencias que fueron ignoradas por el Congreso.
“Los partidos políticos no tienen capacidad para colocar candidaturas a todos los niveles, ni siquiera tienen los militantes suficientes”, remarca Tuesta a RT. En esa línea, destaca que “ya se han eliminado las listas locales, distritales y provinciales”.
Bajo ese panorama, el especialista opina que si se suprimen los movimientos regionales, los grupos partidistas estarían obligados a inscribir candidaturas más allá de sus posibilidades. “Si los partidos políticos realmente tuvieran un nivel de organicidad, desplazamiento y amplitud nacional, quizás podría ser”, dijo.
En los últimos comicios regionales y municipales, efectuados en octubre de 2022, los movimientos ganaron en 15 regiones, mientras que los partidos políticos vencieron solo en seis.
En caso de que el pleno del Congreso apruebe esta medida, una cuestión que Tuesta considera poco probable, “si no se les obliga [a presentar postulantes] habría provincias o distritos sin candidatos o que tendrían uno solo”.
Desprestigio de la clase política
Estudios del Barómetro de las Américas y de Latinobarómetro han mostrado que la desaprobación de los partidos en Perú supera el estándar de la región, como muestra del desprestigio que afronta la clase política en los últimos años, entre otras cosas, por la corrupción rampante.
A finales del mes de febrero pasado, un sondeo del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), publicado por el diario local La República, mostró un rechazo del 90 % al Congreso y del 77 % a la presidenta Dina Boluarte.
“Los partidos políticos en Perú son los de peor aprobación en América Latina. Es decir, son vientres de alquiler, son cascarones vacíos que no tienen ningún tipo de ideología, formación, organización o militancia”, subrayó Cárdenas.
Un repudio generalizado que, inclusive, escapa a la división histórica entre la capital (Lima) y las provincias, que se acentuó en 2021 con la victoria de Pedro Castillo, un profesor cajamarquino que no representaba a la élite limeña.
Durante su mandato, Lima —que votó mayoritariamente por la conservadora Keiko Fujimori— se convirtió en un bastión opositor, mientras que en el sur y en el centro del país la población respaldaba a Castillo. Una divergencia que se evidenció durante las protestas contra Boluarte, con manifestaciones masivas en provincias y una capital inmovilizada.
Esa diferencia entre Lima y el llamado Perú profundo ha llevado, según analistas, a que los movimientos regionales tengan más fuerza en los sufragios provinciales. Cada vez los partidos políticos tradicionales tienen menos apoyos fuera de Lima.
No obstante, ambos expertos coincidieron en que los movimientos regionales reproducen males existentes. “Han asumido, tal vez con mayor gravedad, los vicios que tiene el sistema de partidos en el Perú, son muy poco representativos, duran poco, son caudillistas y sus resultados no han sido óptimos”, puntualiza Cárdenas.
RT News