Las temperaturas atípicamente altas para el otoño en las regiones centro y norte del país fue uno de los factores que determinó la inusual proliferación de dengue y fiebre chikunguya, ambas enfermedades provocadas por la picadura del mosquito hembra Aedes aegypti. Los casos, que ascendieron a más de 67.000 y provocaron 48 muertes este año, podrían encontrar paliativo con la aprobación de una vacuna por parte de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT).
Se trata de la TAK-003, del laboratorio japonés Takeda, indicada para todas las personas mayores de 4 años, hayan tenido o no la enfermedad. Si bien no genera el bloqueo de la enfermedad, por lo que se recomienda continuar con las medidas de prevención y control del vector, aporta anticuerpos que protegen a las personas contra cualquier tipo de dengue. Su forma de administración son dos dosis que deben ser aplicadas en un intervalo de tres meses.
La vacuna recibió su primera aprobación en agosto de 2022 en Indonesia y posteriormente en la Unión Europea en diciembre de 2022. Luego, le siguieron el Reino Unido en enero de 2023 y recientemente ha sido también aprobada por la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil (ANVISA).
Tras la aprobación de la ANMAT, el laboratorio japonés establecerá los protocolos de inicio del proceso productivo para el envío de un lote de dosis a la Argentina, que se encargará del posterior proceso de distribución. Autoridades del Ministerio de Salud señalaron que, aún cuando pudiera contarse con vacunas eficaces y económicas, la vacunación no debe ser la única estrategia de prevención. En ese sentido, apuntaron a continuar la participación de la comunidad en relación al control y eliminación de criaderos de mosquitos.
La circulación del virus se ha identificado en 15 jurisdicciones: Buenos Aires; Ciudad Autónoma de Buenos Aires; Córdoba; Entre Ríos; Santa Fe; Corrientes; Formosa; Chaco; Catamarca; Jujuy; La Rioja; Salta; Santiago del Estero; Tucumán y San Luis. La cartera sanitaria indicó que la presencia de la enfermedad se traduce en sobrecarga del sistema de salud, por lo que morigerar sus efectos a través de una vacuna podría evitar la saturación de hospitales.
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