Una de cada cuatro niñas y adolescentes en Latinoamérica contrajo matrimonio o mantiene una unión temprana antes de cumplir 18 años, según un estudio realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
El matrimonio infantil y las uniones tempranas son un fenómeno complejo relacionado con desigualdades de género, pobreza, abandono escolar, violencia y embarazo adolescente. El matrimonio infantil pone en riesgo la vida y la salud de las niñas, además de limitar sus perspectivas futuras.
América Latina y el Caribe es la única región del mundo donde los matrimonios infantiles no han disminuido en los últimos 25 años y ocupa el segundo lugar del mundo en número de embarazos adolescentes.
Sin acciones e inversiones aceleradas, la región, de acuerdo con la proyección de la Cepal, ocupará el segundo puesto más alto de matrimonio infantil y uniones tempranas para 2030.
Cifras preocupantes
De acuerdo con datos de la directora de la División de Asuntos de Género de la Cepal, Ana Güezmes, el 22 por ciento de las niñas o adolescentes de la región contrajo matrimonio por primera vez o mantenía una unión temprana antes de cumplir los 18 años, y esa prevalencia no ha variado sustantivamente en los últimos 25 años.
Hay varios países de la región que muestran porcentajes de este tipo de uniones, incluso, de más del 30%, como Nicaragua (35%), Honduras (34%) o República Dominicana (32%). Y solo se encuentran cuatro países con porcentajes menores al 20%: Costa Rica (17%), Argentina (16%), Perú (14%) y Jamaica (8%). No obstante, advierte la experta citada por la DW, “la medición de los matrimonios y uniones infantiles, tempranos y forzados tiene una serie de limitaciones y habitualmente está subregistrado”.
Esta situación se ha visto agravada durante la pandemia de Covid-19, ya que la crisis sanitaria global ha impactado fuertemente la economía de las familias y ha significado un aumento de la pobreza, cuyo aspecto ha llevado a muchos hogares promover el matrimonio de sus hijas menores de edad como un alivio económico.
Los datos durante la pandemia indican que una de cada cinco niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe contrajeron matrimonio con un hombre al menos 10 años mayor que ellas.
Prohibido y permitido
En la región, el matrimonio infantil se encuentra prohibido actualmente en Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Puerto Rico y República Dominicana. Los países que permiten el matrimonio a partir de los 16 años con autorización de los padres, representantes legales o de un juez son: Bolivia, Brasil, Chile, Nicaragua, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.
Como “más preocupante”, el informe de Cepal califica la situación de países donde está permitido casarse antes de los 16 años por “motivos justificados”, como Colombia y Argentina. Por ejemplo, en Colombia las niñas pueden casarse a partir de los 14 años con autorización de sus padres o representantes legales, y en Argentina una menor que no haya cumplido 16 años puede contraer matrimonio previa dispensa judicial.
Güezmes recuerda que los matrimonios y las uniones infantiles, tempranas y forzadas “constituyen una violación a los derechos humanos de los menores, son fenómenos complejos relacionados con desigualdades de género, violencia, pobreza, abandono escolar, embarazo adolescente y políticas inadecuadas que ponen en riesgo el presente y futuro de niñas y adolescentes”. Asimismo, resume, “estas prácticas nocivas limitan fuertemente la autonomía económica, física y en la toma de decisiones de mujeres y niñas, y les entorpece el camino hacia su pleno desarrollo”.
Además, una menor de edad que vive en una unión temprana o un matrimonio infantil en menos de un año estará embarazada e inmediatamente tendrá otro hijo. Y lo peor de todo, sostiene el activista mexicano Juan Martín Pérez, sus hijos también están predestinados a ello; es decir, a la pobreza y la discriminación estructural.
Asumir acciones
Sin acciones e inversiones de los gobiernos, sostiene la Cepal en su informe, la región tendrá para el año 2030 el segundo índice más elevado de uniones infantiles, por detrás, únicamente, de África Subsahariana. Un reto bastante relevante para los Estados es enfrentar los vacíos de información.
“Los Estados deben actuar en diversas líneas para eliminar los matrimonios y uniones infantiles. Hay que romper el silencio estadístico para contar con evidencia para la formulación de políticas específicas”, dice la directora de la División de Asuntos de Género de la Cepal.
Generan violencia y pobreza
El matrimonio infantil y la unión temprana son dos fenómenos complejos relacionados con desigualdades de género.
Medidas que se deben asumir urgente
Los Estados y gobiernos de la región deben actuar en diversas líneas para eliminar los matrimonios y uniones infantiles.
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